La robótica agrícola está avanzando rápidamente, transformando el sector al mejorar la eficiencia, reducir costos y optimizar el uso de recursos naturales. En mi reciente visita a la World FIRA en Toulouse, Francia, uno de los principales eventos sobre robótica agrícola, quedó claro que el futuro ya está aquí. Robots con inteligencia artificial, visión computarizada y sensores avanzados realizan tareas como siembra, manejo de cultivos y cosecha con una precisión impresionante. Estos robots también permiten detectar plagas y enfermedades de manera temprana, facilitando respuestas rápidas y localizadas. La automatización no solo aumenta la productividad, sino que mejora las condiciones laborales, reduciendo tareas repetitivas y físicas, y fomenta una agricultura más sostenible. En este artículo, exploraremos algunos de los avances más prometedores en robótica agrícola y su enorme potencial para transformar el sector.
Hoy en día, es común encontrar en internet información sobre vehículos autónomos y funciones avanzadas de asistencia al conductor. Estas tecnologías incluyen sistemas que controlan automáticamente los frenos, la distancia entre vehículos, la velocidad e incluso el estacionamiento. A medida que estos avances se vuelven más frecuentes, surgen dudas sobre los términos automatización y autonomía, que, aunque relacionados, tienen significados distintos.
La automatización hace referencia al uso de tecnología, sistemas mecánicos o digitales para ejecutar tareas de manera eficiente sin necesidad de intervención humana directa. En cambio, la autonomía implica que un sistema o máquina pueda operar por sí mismo, tomando decisiones y adaptándose en tiempo real a las condiciones del entorno, sin necesidad de supervisión constante. Esta distinción es fundamental para entender la diferencia entre sistemas que solo asisten al ser humano y aquellos que pueden actuar de forma independiente.
En el ámbito agrícola, la automatización ya está generando impactos significativos: mejora la eficiencia, reduce los costos y optimiza procesos como la siembra, el mantenimiento de los cultivos y la cosecha. Sin embargo, la verdadera revolución llega con la autonomía, que permite a las máquinas y robots agrícolas tomar decisiones inteligentes basadas en datos sobre el suelo, clima y estado del cultivo, todo en tiempo real.
La agricultura, tradicionalmente vista como una actividad manual, ha evolucionado gracias a los avances científicos y tecnológicos. En particular, la agricultura corporativa, que se caracteriza por grandes extensiones de terreno, ha adoptado con fuerza los principios de la agricultura de precisión. Esta filosofía busca maximizar la producción utilizando eficientemente los recursos, aprovechando herramientas como sensores, sistemas GPS, inteligencia artificial y robótica avanzada.
Al igual que en otros sectores, la eficiencia en el agro pasa por automatizar procesos y minimizar errores humanos. En este sentido, la incorporación de tecnologías robóticas se ha vuelto no solo relevante, sino vital, para afrontar los desafíos actuales: desde el aumento de la demanda alimentaria global hasta la necesidad de reducir el impacto ambiental y promover una producción más sostenible.
Mantenimiento del cultivo y siembra con sistemas guiados.
Para este tipo de operaciones, se recopilan datos multiespectrales mediante drones equipados con sensores. El objetivo es monitorear el cultivo y luego definir la actividad agrícola a realizar. La empresa TSCF (Tecnologías en Sistema de Información), con sede en Francia, ha diseñado dos robots que trabajan en conjunto (figura 1).
Figura 1. Dos robots trabajando de forma conjunta: el primero más adelante en la foto actúa como
líder, trazando la ruta de trabajo mientras realiza la preparción del suelo; el
segundo lo sigue, ejecutando la siembra. Fuente: El autor, 2025.
El robot líder sigue una trayectoria a velocidad constante utilizando RTK GNSS (sistema global de navegación por satélite y cinemática en tiempo real). El segundo robot sigue esta misma trayectoria utilizando el mismo sensor, pero también controla su velocidad para mantener la distancia deseada con el líder. Es posible que se desplacen uno al lado del otro o a unos metros por detrás. Al final de la fila, los robots realizan un giro en U, uno tras otro: cuando el robot líder llega a la zona de giro, lo ejecuta y libera el espacio al terminar; entonces, el segundo robot espera a que dicha zona esté libre antes de entrar. Ambos robots están equipados con implementos para realizar una tarea especifica en el campo. En la figura se observa el robot líder con un implemento cultivador y al segundo robot con una sembradora.
Un robot llamado Orio (figura 2), desarrollado por la empresa Naïo Technologies, trabaja en siembra con precisión gracias a un sistema de guiado basado en señal GPS RTK. Este robot está diseñado para cultivos en hileras y parcelas, como lechuga, cebolla, zanahoria, col, puerro, coliflor, ajo y culantro. Tiene una velocidad de desplazamiento de 5,5 km/h y una autonomía de 8 horas de trabajo continuo.
Otro robot de la misma empresa, llamado Ted (figura 3), está especializado en el trabajo en viñedos. Realiza deshierbado mecánico y preciso, sin el uso de herbicidas, respetando tanto el suelo como el cultivo. Con la misma autonomía de 8 horas, Ted permite programar intervenciones de forma sencilla y conveniente. Su estructura está diseñada para adaptarse a diversos implementos, como discos dentados, dedos escardadores y rejas cavadoras.
Cosechadoras de uva
La cosechadora de uvas autónoma está diseñada específicamente para la producción de vinos, donde el desprendimiento de la uva del racimo y la oxidación son inaceptables. La única alternativa para una vinificación de alta calidad era la vendimia manual, ya que todas las cosechadoras mecánicas existentes eran máquinas que operaban por sacudidas. El problema fundamental de este tipo de máquinas es que desintegran los racimos, provocando el desprendimiento de las uvas por vibración y la oxidación inmediata del mosto. Esto reduce significativamente la calidad de la uva cosechada, haciéndola inadecuada para la producción de vinos de alta calidad.
La cosechadora Slopehelper (figura 4) elimina este problema al recolectar cuidadosamente los racimos, garantizando que permanezcan intactos y sin oxidación. A diferencia de las cosechadoras convencionales, la Slopehelper permite transportar racimos enteros al centro de producción de vino, donde se clasifican mediante máquinas de clasificación avanzadas. Esto preserva la calidad, lo que permite producir vinos excepcionales que antes solo se lograban con cosecha manual. Esta innovación marca una revolución en la automatización de los viñedos, permitiendo a los viticultores combinar eficiencia con una producción enológica de primer nivel.
Mientras el mundo avanza hacia una agricultura cada vez más automatizada y tecnológicamente avanzada, en gran parte de América Latina, y especialmente en el Perú, la robótica agrícola sigue siendo una promesa lejana más que una realidad palpable. Aunque existen algunos esfuerzos aislados, lo cierto es que la brecha tecnológica es considerable, y muchos agricultores aún dependen de métodos tradicionales que, si bien han sostenido al campo por generaciones, hoy enfrentan desafíos complejos como el cambio climático, la escasez de mano de obra y la creciente demanda alimentaria.
La falta de infraestructura, inversión en innovación, capacitación y entrenamiento, políticas públicas sólidas y acceso a tecnología en zonas rurales son barreras que impiden la adopción de soluciones avanzadas como la robótica. Esta situación se acentúa por la fuerte segmentación del agro: mientras grandes empresas agroexportadoras cuentan con ciertas tecnologías de precisión, la mayoría de pequeños y medianos agricultores —que representan una porción importante de la producción nacional— aún operan con herramientas básicas.
Sin embargo, no todo está perdido. El caso de Brasil es un ejemplo cercano e inspirador. A través de una combinación de inversión pública, colaboración con universidades, desarrollo de startups agrícolas y una visión estratégica de largo plazo, Brasil está logrando posicionarse como un referente en robótica y automatización aplicada al campo. La ciencia, la tecnología y la investigación han permitido que dicho país haya escalado a los niveles más altos, con récords en la producción y exportaciones de granos, reafirmando la agroindustria como un sector fundamental para el desarrollo brasileño y posicionándolo como uno de los principales proveedores mundiales de alimentos. Este modelo demuestra que, con voluntad política, visión de futuro y articulación entre el Estado, la ciencia y el sector privado, es posible cerrar la brecha tecnológica.
El Perú tiene talento, biodiversidad y un sector agrícola con gran potencial. Pero para que la robótica agrícola deje de ser una utopía y se convierta en una herramienta real de desarrollo, es necesario apostar por la innovación con un enfoque inclusivo. Invertir en educación técnica, impulsar políticas de apoyo a la tecnología en el agro y fomentar la colaboración regional pueden ser los primeros pasos hacia una agricultura más moderna, productiva y sostenible. La tecnología ya está transformando el mundo. La pregunta es: ¿dejaremos que nos pase por encima o nos subiremos al tren del cambio con inteligencia y visión?
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